La contractura muscular consiste en la contracción persistente e involuntaria de un músculo, como consecuencia patológica del aumento de tono muscular que refiere con desordenes bioquímicos, disminución de movilidad, dolor e inflamación.
Mecanismo lesional:
La contractura muscular aparece esencialmente debido a una fatiga mecánica, es decir cuando se exige al músculo un trabajo superior al que puede realizar, ya sea intenso y puntual, suave pero mantenido en el tiempo (mantener una postura inadecuada) o repetitivo. También sabemos que un estiramiento muscular excesivo produce un efecto rebote de contracción que puede llegar a un aumento del tono, originando la contractura muscular. Por otra parte, algunas anomalías de la columna vertebral, desequilibrios de la musculatura, o mecanismos de defensa ante otras patologías como (hernias discales, profusiones, distensiones, roturas, tendinitis) favorecen que unos grupos musculares estén trabajando constantemente más de lo necesario, lo que les predispone a contracturarse.
El dolor que se produce en la contractura muscular es debido a que el aumento de tono muscular provoca la compresión directa de los nervios del dolor que están en el músculo o por la compresión de la arteria, que pasa por ellos y que le aporta nutrientes y oxígeno, lo que hace que disminuya la irrigación sanguínea. Este último hecho tiene como consecuencia que se cree un círculo vicioso por que un músculo con poca irrigación se contractura más fácilmente y la poca irrigación sanguínea activa los nervios del dolor.
Tratamiento fisioterapéutico:
Para esto las técnicas más frecuentes a utilizar son:
Masaje y estiramientos:
El masaje provoca aumento del flujo sanguíneo, recuperando los tejidos y relajando los músculos.
Termoterapia y electroterapia:
El calor local y profundo produce un efecto relajante y analgésico. Por lo tanto, resulta útil al momento de calmar la contracción muscular
Palabras clave: Contractura, dolor, espalda, músculo.